
Es un deleite saborear una tapita de caracoles acompañado de una cerveza bien fresquita y un tema de conversación para recibir la alegría del buen tiempo, antes que lleguen las calores de nuestros largos veranos. En Arahal hay muchos bares que sirven muy bien esta tapa. Yo particularmente los degusto en "El Apeadero", pues las manos de Carmelita preparan un caldo para chuparse los dedos. El mérito de esta tapa está desde que se empiezan a lavar, a la hora de engaitar, curiosa palabra que quizás la explicación mas sencilla sea: Cuando los caracoles están en el agua a fuego lento y empiezan a salirse se les da fuego fuerte y así se quedan todos fuera. Después el truco de hacer el caldo a golpe de las especias precisas.
Como sé que habrá mas de un curioso que les guste saber como se hacen os pongo una de las miles formas de guisarlos.
Como sé que habrá mas de un curioso que les guste saber como se hacen os pongo una de las miles formas de guisarlos.
Para hacer el guiso de los caracoles tienen que estar, al menos, uno o dos días ayunando para que se limpien correctamente. Antes de empezar a guisarlos, se lavan varias veces con agua, se escurren y se les echa un puñado de sal con la que se les refriega y se vuelven a enjuagar un par de veces más. A continuación se ponen en una olla con abundante agua fría a fuego muy lento. Cuando empiezan a hervir se destapa la olla, se aumenta el fuego y se espuman bien. Después se añaden la guindilla, la cebolla y la ramita de hinojo para que el caldo quede más limpio, claro y transparente, sin olvidar las especias, que pueden envolverse en una redecilla o gasa y se vuelve a hervir. Seguidamente, para hacer el arroz, se refríe un poco el ajo y se le añade una hoja de laurel; posteriormente, se echan los caracoles escurridos en su caldo y se rehogan en el aceite con un vaso de vino, azafrán y muy poca sal. Se deja que hierva y, posteriormente, se le echa el caldo de caracoles sobre el que se guisa el arroz.