jueves, 18 de febrero de 2021

MIERCOLES DE CENIZA

 

Ayer, miércoles de ceniza,  recibimos la señal que comienza una Cuaresma nueva, unas cenizas que han sido el resto de las ramas de los olivos de la mañana del pasado Domingo de Ramos que no tuvimos. El sacerdote nos ha asentado esa reliquia en la coronilla de nuestra cabeza, no como otros años que la señal se quedaba en la frente de nuestro rostro recordando -como cada año- que “Polvo eres  y en polvo te has de convertir”

Otros años, entre amigos y conocidos, nos hemos deseado una feliz y santa Cuaresma con los mejores propósitos para este tiempo de preparación y con el sueño de vivir, nuevamente, escenas conmovedoras con nuestras Hermandades.
El año 2021 será diferente y aún peor que el pasado porque desde hace tiempo hemos visto venir lo que ahora tenemos tan presente. Duele saber que entre la rutina diaria, no tendremos esa "pesadumbre" pensando si saldrá todo bien , si no habrá contratiempos y  cada Hermandad celebrará sus cultos y más tarde su salida con el resplandor de esos días. Todo es tan diferente entre la mascarilla, la distancia y el miedo a los contagios, no puedes siquiera acercarte con ese expresivo saludo al amigo que cada año ves en la misma banca de la iglesia .

Hace unos días, me decían que este año habría que echar mano de los recuerdos de otros tiempos. Mis recuerdos son como los de muchos: las puertas de las iglesias abiertas de par en par, las prudentes luces de los altares, las voces sobrehumanas de sus coros, las bullas por las calles aledañas a los templos, el traje de la Función Principal, los anuarios y boletines en nuestras manos ansiosas por repasar una hoja detrás de otra, los ensayos de costaleros, las bandas, la sonoridad de los pies por las rampas de madera, las manos cosiendo el dobladillo de una tunica, los nubarrones de inciensos, esos y algunos más, rememoro hoy.

No perdamos la esperanza, pero en esta Cuaresma no tendremos meta donde llegar, seremos errantes de una ilusión.

LA SENSATEZ

 
Desde que comenzó la pandemia, más de uno, hemos tenido una guerra interna al ver el comportamiento de los jóvenes y los no tan jóvenes.
Parece mentira que, a estas alturas, todavía hay que quejarse de esas penosas conductas que se repiten una y otra vez y que el ciudadano responsable agacha la cabeza, cansado ya de la misma situación un mes detrás de otro.
Siempre se ha dicho que “Quien hace la ley, hace la trampa” y qué curioso este refrán que da en el clavo y acierta.
No se les puede achacar a los dueños de los bares el aumento de los casos positivos porque, aunque en una barra se desmadre más de uno, a las seis se cierra y los más listos celebran el resto de la jornada en reuniones al aire libre o en algún que otro espacio cerrado: llámese una cochera, parcela, casa o vete tú a saber dónde más.
Esos insensatos son unos hijos que lo tienen casi todo en la vida y, que sus padres, les han dado todo lo que ha estado en sus manos y más para que sean felices y no se “traumaticen”. A veces es difícil corregir, guiar y educar porque para eso hay que dar ejemplo y algunos padres, a la vez que sus hijos, se saltan las normas y el sentido común brilla por su ausencia.
No piensan que esas fiestas, reuniones y ese “pasar del tema” les está afectando a la sociedad en general. No importa que tengan en su familia a personas de alto riesgo, a padres con enfermedades graves o abuelos que ahora se ven más solos que nunca, no les importa, dicen que están cansados de esta situación y que viven en una presión que no pueden soportar.
Esa presión la vivimos todos los que estamos luchando por sobrevivir a esta pandemia. Cuidando de nuestros mayores, “privándonos” de muchas cosas para frenar tantos contagios. Mientras unos celebran a lo grande: los puentes, feria, Navidad, primavera... Otras personas dan ejemplo. Hay jóvenes que por temor a contagiar a sus familias están actuando como deberían hacerlo otros y, encima, están aguantando la presión de ciertos “amigos” que se burlan de ellos por su ejemplares comportamientos.
Los sanitarios, que están colmados de vocación, están cansados y sienten que la batalla está perdida. Son muchos los egoístas que no pueden perderse vivir con normalidad, cuando la normalidad sería que todos fuésemos con sensatez y sentido común por la vida para acabar cuanto antes con esto.
 
Foto: Reporte escolar 2019 - unir.


 

EL QUE NOS ABRIGARÁ EL CORAZÓN

  Hace unos días paseando pensaba en lo diferente que son estos días a los de otros años. La felicidad que se siente, en estas fechas previa...