sábado, 13 de marzo de 2021

EL QUE NOS ABRIGARÁ EL CORAZÓN

 

Hace unos días paseando pensaba en lo diferente que son estos días a los de otros años. La felicidad que se siente, en estas fechas previas antes de la Cuaresma, ha perdido fuerza debido a la situación que estamos viviendo por la covid- 19.
En mi andar pasé  por una calle repleta de naranjos y vi que todavía tenían las ramas sin podar y sus naranjas sin recoger. Sabiendo que esas naranjas eran agrias, su piel tenía un color naranja tan intenso que parecían que eran dulces.
La tarde iba despidiéndose y el mismo color de ese fruto, lo ofrecía el cielo a la hora del lubricán.
Qué paradoja la de esas naranjas: aparentan un dulzor que no tienen, igual que esta Cuaresma se presenta agradable y luminosa, pero llena de esa aspereza que anuncia que nada va a ser igual que en años previos.

Los cofrades vivimos la Cuaresma con la ilusión repleta de propósitos, con un puñado de sueños que buscamos volverlos a repetir cada año,  sin embargo, nada va a ser igual que antes mientras la pandemia esté presente entre nosotros.

No quiero darle un aspecto sombrío a estos días, no quiero desvalijar la ilusión de estas fechas de ensueños donde se viven los momentos más bellos del año. Todo lo contrario, quiero que saquemos de nosotros el deseo y las ganas para pensar que pronto va a pasar todo y que será Nuestro Padre Jesús el que nos abrigará el corazón y nos dará fuerza para no tener miedo a este temible virus y al devastador panorama que deja en muchas familias.
Con el corazón preparado, si  podéis acercaros a la Parroquia, lo veréis en el esplendor divino de su Quinario, allí estará Él esperando que te pongas en sus manos, esperando que lo mires como se mira a un padre, porque mirándolo es imposible desviarse del camino de la verdad, porque Él es el Dios verdadero de Abraham, de Isaac y Jacob, es la luz, el beso devuelto a la esperanza, la raíz de nuestra Fe, la causa de nuestra larga espera y el protector de nuestras vidas.


Articulo publicado en el Anuario de la hermandad de Nuestro pasre Jesús Nazareno de Arahal. Nazarenorum 2021.


lunes, 8 de marzo de 2021

RECORDAR Y SOÑAR


 

 En este tiempo de pandemia que estamos viviendo, nos adentramos en una nueva Cuaresma: un tiempo inseguro y nada halagüeño. Desde marzo del año pasado, andamos suspirando muchos momentos vividos que cada vez echamos más de menos. En el día a día, nos recreamos con cuantiosos recuerdos que no queremos abandonar y, en ellos, está el Dios -hombre, recién muerto.

Los brazos del Cristo de la Esperanza son como dos remos que van tirando de una embarcación cargada de promesas y de fe. Navega por los meses de marzo y abril por una alfombra verde de trigos crecientes en la Campiña sevillana. En esa bucólica escena,  Él, es también el timonel que todos los Viernes Santo indica el camino de la vida, el cobijo del perdón y la confianza en la verdad. Esos brazos reman con fuerzas para que todos lleguemos a buen puerto navegando bajo su protección.

No hay cosa más bella que ver la cofradía en la calle: en esa tarde tan soñada, cierta y luminosa. En esa fresca anochecida donde la hora punta la marca esa agónica huella hasta el calvario del sufrimiento. De la luz a la oscuridad sentiremos un repeluco que se apresurará por nuestro cuerpo invocando que las noches de la recién estrenada primavera, todavía tiene restos del invierno traicionero que ya ha marchitado.

Da igual donde lo veas: por la estrechez de calle Monjas anunciando un pronto desenlace, por Membrilla presagiando su cercano y temido fin, por Pedrera expirando sus heridas, en el reloj que marca sus angustias por Corredera o en el océano de personas esperando la subida de la rampa en la Parroquia.

Ese Viernes Santo se recibe el abrazo verdadero de un Cristo que está en su Cruz. Ese día evocamos la esperanza que lleva consigo y que todos demandamos. La pandemia nos ha privado de sentir ese regusto al ver tan bella escena,  de memorar un pasado  que se hace presente cada año,  pero no nos va a impedir soñarlo desde nuestras casas con una oración,  unos ojos lacrimosos y un suspiro de Esperanza.

¡Dios te salve Santa Cruz!


Artículo publicado en el Anuario de la Hermandad Sacramental de la Esperanza 2020/2021

Foto: David G. B.


jueves, 18 de febrero de 2021

MIERCOLES DE CENIZA

 

Ayer, miércoles de ceniza,  recibimos la señal que comienza una Cuaresma nueva, unas cenizas que han sido el resto de las ramas de los olivos de la mañana del pasado Domingo de Ramos que no tuvimos. El sacerdote nos ha asentado esa reliquia en la coronilla de nuestra cabeza, no como otros años que la señal se quedaba en la frente de nuestro rostro recordando -como cada año- que “Polvo eres  y en polvo te has de convertir”

Otros años, entre amigos y conocidos, nos hemos deseado una feliz y santa Cuaresma con los mejores propósitos para este tiempo de preparación y con el sueño de vivir, nuevamente, escenas conmovedoras con nuestras Hermandades.
El año 2021 será diferente y aún peor que el pasado porque desde hace tiempo hemos visto venir lo que ahora tenemos tan presente. Duele saber que entre la rutina diaria, no tendremos esa "pesadumbre" pensando si saldrá todo bien , si no habrá contratiempos y  cada Hermandad celebrará sus cultos y más tarde su salida con el resplandor de esos días. Todo es tan diferente entre la mascarilla, la distancia y el miedo a los contagios, no puedes siquiera acercarte con ese expresivo saludo al amigo que cada año ves en la misma banca de la iglesia .

Hace unos días, me decían que este año habría que echar mano de los recuerdos de otros tiempos. Mis recuerdos son como los de muchos: las puertas de las iglesias abiertas de par en par, las prudentes luces de los altares, las voces sobrehumanas de sus coros, las bullas por las calles aledañas a los templos, el traje de la Función Principal, los anuarios y boletines en nuestras manos ansiosas por repasar una hoja detrás de otra, los ensayos de costaleros, las bandas, la sonoridad de los pies por las rampas de madera, las manos cosiendo el dobladillo de una tunica, los nubarrones de inciensos, esos y algunos más, rememoro hoy.

No perdamos la esperanza, pero en esta Cuaresma no tendremos meta donde llegar, seremos errantes de una ilusión.

LA SENSATEZ

 
Desde que comenzó la pandemia, más de uno, hemos tenido una guerra interna al ver el comportamiento de los jóvenes y los no tan jóvenes.
Parece mentira que, a estas alturas, todavía hay que quejarse de esas penosas conductas que se repiten una y otra vez y que el ciudadano responsable agacha la cabeza, cansado ya de la misma situación un mes detrás de otro.
Siempre se ha dicho que “Quien hace la ley, hace la trampa” y qué curioso este refrán que da en el clavo y acierta.
No se les puede achacar a los dueños de los bares el aumento de los casos positivos porque, aunque en una barra se desmadre más de uno, a las seis se cierra y los más listos celebran el resto de la jornada en reuniones al aire libre o en algún que otro espacio cerrado: llámese una cochera, parcela, casa o vete tú a saber dónde más.
Esos insensatos son unos hijos que lo tienen casi todo en la vida y, que sus padres, les han dado todo lo que ha estado en sus manos y más para que sean felices y no se “traumaticen”. A veces es difícil corregir, guiar y educar porque para eso hay que dar ejemplo y algunos padres, a la vez que sus hijos, se saltan las normas y el sentido común brilla por su ausencia.
No piensan que esas fiestas, reuniones y ese “pasar del tema” les está afectando a la sociedad en general. No importa que tengan en su familia a personas de alto riesgo, a padres con enfermedades graves o abuelos que ahora se ven más solos que nunca, no les importa, dicen que están cansados de esta situación y que viven en una presión que no pueden soportar.
Esa presión la vivimos todos los que estamos luchando por sobrevivir a esta pandemia. Cuidando de nuestros mayores, “privándonos” de muchas cosas para frenar tantos contagios. Mientras unos celebran a lo grande: los puentes, feria, Navidad, primavera... Otras personas dan ejemplo. Hay jóvenes que por temor a contagiar a sus familias están actuando como deberían hacerlo otros y, encima, están aguantando la presión de ciertos “amigos” que se burlan de ellos por su ejemplares comportamientos.
Los sanitarios, que están colmados de vocación, están cansados y sienten que la batalla está perdida. Son muchos los egoístas que no pueden perderse vivir con normalidad, cuando la normalidad sería que todos fuésemos con sensatez y sentido común por la vida para acabar cuanto antes con esto.
 
Foto: Reporte escolar 2019 - unir.


 

jueves, 18 de junio de 2020

LA HISTORIA SE PUEDE REPETIR




Otro día que pasa y el sol que entra en el zaguán, me recuerda que ya se va acercando el anuncio de otro espacioso y abrasador verano más. Todo ha cambiado, desde los temas de conversación con los vecinos del barrio, hasta la forma de comportarnos. Veo tanta conciencia en los mayores y tan poca en los jóvenes.  Yo entiendo que han sido unos meses duros y que estamos hartos de esta situación, pero, no hemos aprendido la lección. 

Hace unos días, leí en un artículo que hablaba de una pandemia de gripe en 1918, también conocida como la "gripe española" que duró más de dos años. Se consideró como la más devastadora que se había conocido. Hubo tres oleadas virales claramente distinguibles entre enero de 1918 y junio de 1919. 

Cuando se inició el primer brote, las autoridades decidieron confinar a la población para evitar que crecieran los contagios. Tan duro fue el aislamiento que una vez que los ciudadanos pudieron salir a las calles, no fueron capaces de tomar medidas de prevención y las reuniones, abrazos y besos fueron tonificantes para celebrar que se salía de aquel encierro. Pronto los rebrotes se hicieron presente y de nuevo, todos los paises sufrieron de otra oleada de contagios y así hasta una tercer repunte catastrófico. 

No quiero ser pesimista, ni quiero alarmar a nadie, pero sí me gustaría que dierais a conocer este capítulo de la historia que se llevó a más de 50 millones de personas en todo el mundo y una cifra inmensa de contagiados. La historia se puede repetir y entre todos podríamos evitar que si viniese otra oleada de contagios, no se llevara por delante a tantas personas. Y no pienses que el virus se ha ido, esa Covid-19 le ha cogido gusto a quedarse entre nosotros.

domingo, 10 de mayo de 2020

UN BESO VERDADERO



Desde que las autoridades dieran  permiso para que los niños pudieran salir de 12 a 5 de la tarde. Se ven a muchos pequeños que pasean en compañía de sus padres y visitan desde la acera a sus familias.

Hace unos días, iba detrás de una madre que llevaba de la mano a su hijo, tendría unos tres años más o menos. Llevábamos la misma dirección y durante ese transcurso de tiempo vi, que el niño, mientras andaba ofrecía pequeños saltos que descomponían el compás de los pasos que daba junto a su madre.
Cruzaron la calle y una vez que estaba en la acera, oí que le decía su madre: “recuerda todo lo que te he dicho” y el pequeño se soltó de la mano corriendo, la impaciencia y alegría,  no lo dejaban nivelar sus pisadas y mezclaba su caminar con una justificada carrera. 

En una casa lo esperaban sus abuelos que, aguantado la emoción, intentaban recordarle que no se podía acercar a ellos. No hizo falta muchas recomendaciones, la criatura se quedó parado en la acera distante a sus abuelos y les enumeraba de carrerilla lo que no debía hacer. 
Al mismo tiempo que veía esa estremecedora escena, pasaba por la casa de mi hermano y me quedaba con la pena de no poder entrar para ver a mis sobrinos.

Hoy, como en estos últimos días hemos recibido la visita deseada de ellos, se hace muy extraño no poder abrazarlos, no zamparle un beso de esos que son tan verdaderos y legítimos como los días que amanecen con el cielo raso de un azul luminoso. 
Mis sentimientos cautivos echan de menos no poder compartir conversaciones alegres y sinceras, junto a una merienda que se convierte en una pequeña fiesta, donde no habita el sonido de la televisión ni la radio, sólo se alojan sus  carcajadas una y otra vez. 




viernes, 3 de abril de 2020

VIERNES DE DOLORES



No quiero desviarme siquiera una línea, porque aquí está el secreto de que estés,  sin estarlo. 

El año pasado no tuve valor de felicitarte, pero aunque siga débil en esta decisión, me armo de valentía para escribir lo que hubiese sido hoy tú día.

No había un año que no nos dijera con un mes antes que se iba acercando el día de tu onomástica, con la misma ilusión de un pequeño esperando el día de los Reyes Magos aguardabas con impaciencia. Daba igual lo que te regalaran, lo que te gustaba era ver cualquier cosa envuelta en papel de regalo.

La de veces en forma de juego que te decía que no había tenido tiempo para buscarte un regalo y me mirabas sabiendo que no era cierto lo que te decía. No era el regalo en sí lo que te gustaba, sino la grandeza de una demostración de cariño.

Viernes de Dolores, ese era tu día, te daba igual que ese día lo hubiesen cambiado de fecha, lo ibas a seguir celebrando en primavera, justo una semana antes que tu nombre estuviera en los labios de mucha gente al ver pasar la Virgen. 

Desde esta mañana, no paro de pensar en tu cara de impaciencia que tendrías al darte los buenos días, y como esperarías la hora de la merienda, mirando el reloj una hora detrás de otra, para que toda tu familia entre torrijas y pestiños celebrara contigo lo que tanto te gustaba.

Hoy es tú día, madre. Qué bonito día para recordarte 


Pd.- Utilizo esta foto, porque era la que más le gustaba 

EL QUE NOS ABRIGARÁ EL CORAZÓN

  Hace unos días paseando pensaba en lo diferente que son estos días a los de otros años. La felicidad que se siente, en estas fechas previa...