Cada vez que llegan estas fechas, se manifiesta la Cuaresma y con ella un conjunto de olores que son muy difíciles de olvidar. Por muchos años que pasen y por muchos cambios que tengamos en nuestras vidas, no podremos evitar percibir el aroma explosivo que arrojan los naranjos, el incienso, la cera, los junquillos blancos y la esencia de las casas. En ellas se huele a canela, matalahúva, clavo y a todos los ingredientes que forman parte de las recetas caseras en las que se preparan pestiños, empanadillas, roscos fritos, torrijas...
Este es el aroma de la Cuaresma, todo tiene sentido, todo lo trae el tiempo y el tiempo es el encargado de recordarlo.
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