foto: José Fco. García Jiménez |
Los niños aceituneros
tienen las manos de plata,
reflejos de luna nueva
y escarcha de la mañana.
Tiene la gorrilla puesta
y unas viejas alpargatas,
le van temblando los huesos
del fresco rumor del alba.
Va cogiendo aceitunitas
del suelo con cierta gracia
mientras crujen las varetas
y se pierden las miradas.
Y cuando llega la tarde
trae dolorida la espalda,
es un niño aceitunero
sin juventud en el alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario