miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA LEYENDA DEL CANDILEJO Y LA CABEZA DEL REY DON PEDRO 3ª PARTE




Y después añadió , ya en voz alta para que lo oyeran todos:



-Verdaderamente, este buen hombre me ha denunciado al verdadero matador del hijo del conde de Niebla, por lo que mando que mi mayordomo le entregue de presente las cien doblas de oro prometidas, y vaya muy en paz.



Acudieron los Guzmanes, con don Tello de Guzmán por mayoral, a ver al rey y a exigirle que cumpliera lo que había prometido por pregón, de poner la cabeza del homicida en un nicho en la calle de los Cuatro Cantillos, y el rey aseguró:



-Podéis ir allí esta misma tarde, que la cabeza quedará puesta en su lugar como he prometido.



Aquella tarde, no sólo los Guzmanes sino toda Sevilla estaban en los alrededores de los Cuatro Cantillos, esperando a que el verdugo cortase la cabeza del matador del caballero Guzmán. Pero cuando aguardaban que llegare el verdugo con el reo montado en una burra, o arrastrándole metido en un serón,según era costumbre, llegó el verdugo, acompañado de fuerte guardia de soldados, y portando en un carretón un cajón de recias tablas de roble.



El pregonero que iba con la guardia echó su redoble de tambor, mandó callar a todos y leyó su pregón:



-"Manda el muy alto y poderoso rey don Pedro , que la cabeza del hombre que mató al hijo del conde de Niebla sea puesta en un nicho en la pared de este lugar, donde cometió su homicidio. Pero por tratarse de persona muy principal, y por importar a la tranquilidad, sosiego y paz de esta ciudad, el que no se conozca quién fue el dicho matador, y que entre las familias del matador y el muerto se podrían hacer bandos y luchas, ordena el rey que la cabeza se ponga en el nicho, tal como está metida dentro de este cajón, sin que nadie sea osado a abrirlo para reconocerla. Y Póngase por delante fuertes rejas de hierro, para que nadie pueda robarlo".



Así se hizo, y tras subir con gran trabajo el cajón al nicho que los albañiles habían dispuesto, un herrero empotró en la pared una gruesa reja de hierro, tras lo cual permanecieron allí durante bastantes meses los soldados dando guardia.



El vulgo empezó a llamar al lugar de los Cuatro Cantillos con el nombre de calle del Candilejo, por la curiosidad de que aunque en Sevilla había frecuentes duelos entre caballeros que acababan con muertes a cuchilladas, nunca se había visto que dos personas para batirse llevasen consigo un candil, que eran lo que creían las gentes, pues nadie imaginaba que el candil había caído de las manos de la vieja desde el ventano.



Pasaron años. Se suscitó la guerra entre don Pedro y su hermano bastardo don Enrique de Trastámara. Pusiéronse los Guzmanes en contra de don Pedro, y tras la muerte de éste,asesinado en Montiel, los Guzmanes volvieron a Sevilla, dueños ya del mando de la ciudad, pues el nuevo rey nunca quiso conservar aquí la capital del reino.



Don Tello Guzmán, tan pronto como se vio gobernador de Sevilla, mandó que quitasen aquella reja, y que abriesen el cajón de roble, en el que pensaba encontrar la cabeza, o calavera, del matador de su hijo, y que clavaría en un garfio para público espectáculo.



Pero he aquí que al romper las tablas del cajón el carpintero, el público que presenciaba este acto lanzó una exclamación de sorpresa. La cabeza que había en el nicho era la cabeza de piedra de una estatua del rey don Pedro I. Para cumplir su palabra de poner allí la cabeza del homicida, había hecho descabezar una estatua suya del Alcázar, y meter la cabeza en aquel cajón; así que verdaderamente su cabeza era la que estaba en el lugar prometido.



No se atrevió don Tello a destrozarla como habría sido su gusto, pues aunque vencido y muerto don Pedro había sido rey, y el nuevo monarca don Enrique, no habría consentido una afrenta y agravio contra la efigie de su hermano. Por lo que dejaron las cosas así, y solamente se le puso a la cabeza cortada un añadido para convertirla en busto, y se dejó en la hornacina o nicho donde aún está y puedes verla, lector. y la calle esquina a la del Candilejo se llamó desde entonces, y se sigue hoy llamando, calle de la Cabeza del Rey don Pedro.



Texto: Tradiciones y leyendas sevillanas (José María de Mena). Foto:wwwfotolog.com

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