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¿Qué significa la palabra “gazpacho”?
¿Quiénes lo inventaron?
¿Cuáles son sus ingredientes esenciales?
¿De qué formas puede prepararse?
¿Qué otras sopas frías existen?
Estas son las preguntas que vamos a desvelar en esta sección que de vez en cuando iré poniendo.
Más o menos por el tiempo en que Luis Meléndez pintaba el bodegón con pepinos, tomates y recipientes varios, el leonés Juan de la Mata escribía su Arte de Repostería, un libro donde se encuentra la primera receta que conocemos para la salsa de tomate. A pesar de ello, en la fórmula que da para el gazpacho el repostero de la Corte no incluye ningún ingrediente venido de América: “se tomarán las cortezas de una libreta de pan, sin el mehollo o miga, y tostadas se mojarán en agua; después se echarán en su salsa, compuesta de espinas de anchobas, y un par de ajos, bien molido uno y otro, con su vinagre, azúcar, sal y aceyte, todo bien mezclado, dexando ablandar el pan en el ajo; despues se pondrán en el plato, agregándoles todos o parte de los ingredientes y legumbres de la Ensalada Real”. En la Antigüedad, el gazpacho era un combinado rústico que podía improvisarse en función de los alimentos que se tuviera a mano. Recuerdo que mi abuelo materno, un andaluz de Bujalance (Córdoba), cuando veía que tras consumir la ensalada aún quedaba aceite y vinagre se atrevía irónicamente a sugerir que aquel exceso de aliño podía ser el punto de partida de un gazpacho. Los trozos de pan presentes en la mesa harían el resto. Los componentes esenciales son éstos: aceite, vinagre, sal y pan. Nunca faltan además agua fresca y ajo. Y en ese gazpacho blanco podríamos quedarnos, pero lo más común es que lleve también tomate, pepino y pimiento. El aporte de vegetales crudos hace que el plato sea un paradigma de frescura y vitaminas.
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