domingo, 18 de agosto de 2013

EL MAR DE PABLO

foto: Eloy Mata Jimenez.

Necesito del mar porque me enseña: 
no sé si aprendo música o conciencia: 
no sé si es ola sola o ser profundo 
o sólo ronca voz o deslumbrante 
suposición de peces y navios. 
El hecho es que hasta cuando estoy dormido 
de algún modo magnético circulo 
en la universidad del oleaje. 
No son sólo las conchas trituradas 
como si algún planeta tembloroso 
participara paulatina muerte, 
no, del fragmento reconstruyo el día, 
de una racha de sal la estalactita 
y de una cucharada el dios inmenso.

 Lo que antes me enseñó lo guardo!Es aire, 
incesante viento, agua y arena. 

 Parece poco para el hombre joven 
que aquí llegó a vivir con sus incendios, 
y sin embargo el pulso que subía 
y bajaba a su abismo, 
el frío del azul que crepitaba, 
el desmoronamiento de la estrella, 
el tierno desplegarse de la ola 
despilfarrando nieve con la espuma, 
el poder quieto, allí, determinado 
como un trono de piedra en lo profundo, 
substituyó el recinto en que crecían 
tristeza terca, amontonando olvido, 
y cambió bruscamente mi existencia: 
di mi adhesión al puro movimiento.

Pablo Neruda

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