lunes, 27 de junio de 2011

LEYENDA DEL FRAILE ESPADACHÍN






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El rey Don Pedro I se preciaba de ser el más hábil esgrimidor de espada de toda Sevilla, en lo cual no le faltaba razón, puesto que desde su más tierna infancia se había ejercitado con los mejores maestros.
Sucedió que al convento de San Francisco vino como fraile lego un hombre misterioso, que por su aspecto más parecía noble y guerrero que piadoso y humilde. mucho se hablaba de él en toda la ciudad, y aunque nadie conocía a ciencia cierta su procedencia, las personas más allegadas al convento relataban que se trataba de un caballero muy ilustre de Navarra, que por haber cometido cierta muerte en desafío, arrepentido se había metido a fraile, ocupándose por penitencia en bajos menesteres conventuales.
Ello es lo único que en realidad se sabía es que el tal fraile lego venía acompañado de gran fama esgrimidor, y en cierta ocasión él mismo involuntariamente dijo que había sido hasta hacía poco meses, el mejor espadachín de Navarra.
El rey Don Pedro, al saber esta novedad, pensó que le estaría bien medirse con el mejor esgrimidor de Navarra, puesto que ya se había medido, victoriosamente, con los mejores espadachines de Castilla, así que decidió probar fortuna. Pero no quiso invitar al fraile a que viniera a la sala de armas del Alcázar, puesto que quizá se dejara ganar por cortesía, y el rey lo que deseaba era un encuentro formal y sin ventaja.
Así que, en sus paseos por la ciudad, a que tan aficionado era el rey, que cada noche abandonaba el Alcázar y deambulaba solo por las calles sevillanas, dió en rondar por los alrededores del convento de San Francisco por ver si tenía oportunidad de encontrarse con el fraile. Por si tenía tal oportunidad, el rey llevaba ocultas bajo su larga capa dos espadas, una para él y otra para el fraile, quien, naturalmente, no estaría armado.
Cierta noche, al pasar por lo que hoy es la calle Méndez Núñez en su desembocadura a la plaza Nueva, encontró el rey abierto un postigo que daba a un patinillo posterior del convento, y que por olvido habían dejado abierto.
Entró el rey, hizo ruido, y tuvo la fortuna de que saliera el fraile lego a quién él buscaba, el cual tenía a cu cargo las faenas domésticas de aquella parte del convento. Creyó el fraile que quien entraba era un ladrón y salió a su encuentro animosamente, y el rey dejó caer una de las dos espadas, como casualmente, con lo que el fraile la cogió y pelearon. En todos los asaltos que intentaba el rey, su espada encontraba como una barrera infranqueable la espada del lego, que le oponía una resistencia invencible. Durante largo rato se batieron sin que ninguno de los dos cediera, hasata que al fín, y cuando el rey ya estaba cansado y sudoroso, el fraile con un revés, le hizo saaltar la espada de la mano, arrojándola lejos. Quedó el rey desarmado, y el lego por escarmentar al ladrón que él suponía, alzó la espada para herirle la cara y dejarle marcado, según costumbre, pero el rey le detuvo con un gesto y sedio a conocer:
-¡Tente, lego que soy el rey!
El lego bajó el arma y sonrió.
-Ya me imaginaba señor. Ningún esgrimidor en toda España hubiera podido mantenerse frente a mí durante tanto rato, y ponerme en tan recios apuros como me habéis puesto.Y no os avergüence el haber sido desarmado perdiendo la espada, pues no habéis sido vencido por un vasallo, sino por un igual vuestro. No diré mi nombre, porque me ha sido impuest en penitencia por el propio Santísimo Padre en Roma el guardar el secreto de mi nombre por humildad. Pero baste deciros que en mis venas hay sangre de la estirpe real de Navarra, y de la estirpe imperial de Carlomagno.
Quedó satisfecho con esto Don Pedro, y despidiéndose le dijo al lego que si deseaba alguna gracia. A lo que contestó el fraile:
-Sí, por cierto; nuestro convento de San Francisco está sin agua, pues solamente disponemos de un pozo, escaso y salobre. Os pido por única gracia que concedáis a esta comunidad un caño de agua de la que viene al Alcázar del acueducto de los caños de Carmona.
Así lo prometió el rey, y al día siguiente se empezó a tender una conducción desde el Alcázar al conven to casa Grande de San Francisco, con lo que se remedió su necesidad.
Tradiciones y Leyendas Sevillanas- José María de Mena.




6 comentarios:

Sony dijo...

una preciosa leyenda fali que no conocia,siempre aprendo cosas interesantes y bonitas de tu tierra amiga.

te dejo un fuerte abrazo y feliz semana!!!!!

`·.·•¤ Hanabi ¤•·.·´ dijo...

Que gran leyenda, me gustó un montón y me entretuve bastante.

Que estés bien.

¡Besitos!

Luján Fraix dijo...

INTERESANTE LEYENDA FALI.
APRENDEMOS MUCHO CON ESTOS TEXTOS, AYUDAN A LA CULTURA Y APORTAN CONOCIMIENTOS.

GRACIAS POR TRAELO...

BESITOS
CARIÑOS MILES.

A.L. dijo...

Las leyendas y tradiciones siempre tienen mucho de verdad. Otra cosa es que estén idealizados.
Un saludo

cepero dijo...

bonita leyenda ,estas son las cosas de Sevilla

Raquel Moreno. dijo...

Te felicito! no sabes lo que me gusta que alguien se dedique a mostrarnos todo lo mejor de Sevilla. El embrujo, encanto y misterio de este tipo de lectura es un placer para las largas tardes de verano.Un abrazo Fali es una satisfacción pasar y saludarte.

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